FRANS HALS –
JAN DE BRAY
EL MOVIMIENTO PLÁSTICO
Una
de las características que puede tener un cuadro es el “movimiento”. ¿Pero cómo
hablar de movimiento refiriéndonos a la pintura? ¿No son inmóviles un lienzo o
un muro? Vamos a examinar esta aparente paradoja.
En
muchas ocasiones el artista pinta una obra que representa algo en movimiento,
como Géricault en su cuadro “Carrera de caballos”, pero pinta unos caballos que
nadie ha visto jamás. Estira el cuerpo de los animales, con el cuello y la cola
tendidos que se lanzan como un proyectil.
Es sorprendente que las patas están pintadas en una posición totalmente
alejada de la realidad. En el cuadro, los caballos se convierten en elementos
del lenguaje que, más allá de la representación, nos transmiten la sensación de
velocidad que experimentamos al observar una carrera de caballos real. El arte
es siempre una expresión.
En
este ejemplo el movimiento se asocia a algo que realmente se desplaza, pero el
artista puede también sugerir el movimiento en ausencia de todo modelo que se
desplace. En una naturaleza muerta, mediante colores, luz, forma, el artista
puede conseguir un movimiento interior que anima toda la obra.
Veamos
dos obras que representan lo mismo: un grupo de
personas, una es de Frans Hals y la otra de Jan de Bray. ¿Tienen
movimiento? ¿Las dos tienen el mismo? ¿Qué diferencia una de otra?
Viendo
la obra de Frans Hals “Los regentes”, sentimos la sensación de un
estremecimiento secreto, como si la vida circulase de uno a otro y siguiese
animándolos. La construcción del cuadro desempeña un papel importante. Los
personajes se distribuyen por orden en el lienzo, a la izquierda un grupo de
tres y a la derecha un grupo de dos.
También
el artista ha inscrito cada grupo en un triángulo. Esta construcción triangular
favorece la legibilidad de la obra.
Hay
una línea imaginaria que recorre la
parte superior del cuadro de Frans Hals,
pasando por los hombros y sombreros de
los personajes que es una línea accidentada y continua recorre los puntos
sensibles del cuadro, puntos importantes.
Los personajes se superponen y
yuxtaponen pero se unen entre sí dentro
del espacio plástico que forman. Las
líneas que se hallan entre los objetos cuentan tanto como las que definen su
contorno. Si la línea fuese solamente una especie de vínculo entre las formas
no tendría gran poder.
Veamos el cuadro de Jan de Bray.
La línea superior que va por los hombros y sombreros es
perfectamente discernible. En sí no parece superior ni inferior a la que hemos
visto en el cuadro de Frans Hals. Pero, ¿por qué parece tan diferente en éste
cuadro esta línea?
Esta línea superior debe tener un carácter fundamental que es el dinamismo. La línea que une los
objetos, si se reduce únicamente a un simple trazado, no tiene nada de
dinamismo. Para que tal cosa exista en necesario que la línea entre en relación
con otros medios plásticos que la activen y le proporcionen energía.
En el cuadro de Jan de Bray los personajes se agrupan de dos
en dos como si posasen. A pesar de la inclinación de los dos personajes del
centro, el efecto de conjunto se produce por la yuxtaposición de las partes. La
línea de los hombros y sombreros es sólo una línea cuyo único objeto es
destacar a los personajes del fondo.
En la obra de Frans
Hals el trazado interfiere constantemente con el de las figuras, que sobresalen
a la manera de cabos y entran a manera de ensenadas, provocando y sufriendo
accidentes calculados de los que nace la tensión. A tales relaciones que hacen
de los medios plásticos un juego contrastado y concertado a un tiempo, debe esa
línea superior su movimiento interior, que a su
vez comunica a toda la estructura. Esa línea superior que en este caso
recorre los puntos sensibles del cuadro no es para el espectador un trazado
fijo, sino un recorrido dinámico.
Texto basado en un fragmento
del libro de René Berger “El conocimiento de la pintura”