lunes, 11 de abril de 2022

GIOTTO - ASCENSIÓN DE SAN JUAN EVANGELISTA

 GIOTTO – San Juan Evangelista subiendo al cielo.

        Giotto di Bondone (1267- 1337) fue un pintor, muralista, escultor y arquitecto florentino de la Baja Edad Media, un pintor del Trecento considerado uno de los iniciadores del movimiento renacentista en Italia. Su obra tuvo una influencia determinante en los movimientos pictóricos posteriores.

        Entre sus mejores obras están las pinturas de la Santa Croce de Florencia, en concreto los frescos de las capillas Peruzzi y Bardini, pintadas alrededor de 1320. En la capilla Peruzzi están representadas escenas de la vida de San Juan Bautista y de San Juan Evangelista que es a la que pertenece esta obra que se comenta.


        Observando el fresco de Giotto que representa la ascensión de San Juan Evangelista, vemos que los pilares y columnas del templo, asi como los personajes en pie, forman una serie de ejes verticales. Las dos columnas que están en la parte central del cuadro no son más que soportes. Pero la intervención de la línea oblicua que forma el cuerpo de San Juan modifica la situación. Al cortar el espacio delimitado por las dos columnas, “lo sensibiliza”. Mientras que sin esa línea el espacio permanece inerte, con ella, el ojo, por una parte, tiende a seguir una dirección vertical, y por otra una dirección oblicua.

        Estas líneas, las verticales y la oblicua, en lugar de estorbarse y anularse las unas a la otra, se potencian y hacen que San Juan siga el camino de la ascensión. Pero San Juan asciende, no está suspendido en el aire, ni tampoco cae.

    Y esto lo consigue Giotto colocando una serie de lineas horizontales, de soportes, que salen o se apoyan en las cabezas de los personajes que están debajo de las columnas y que hacen algo así como impulsar a nuestra visión a “empujar” a San Juan en su camino hacia el cielo.

        La disposición de determinados elementos en un cuadro, hace que este tenga “tensión plástica”. La percepción de un objeto se agota en cuanto el objeto percibido deja de ser nuevo, o sea, que ya no nos estimula. Vemos un vaso o una botella encima de una mesa y a los pocos instantes deja de interesarnos, dejamos de percibirlo.

        Si un cuadro nos da sensación de movimiento o nos provoca un sentimiento de tristeza, de dolor, de alegría, es porque los elementos están construidos y colocados de forma que crean una “tensión plástica” con la que la percepción no se agota, y el cuadro no cesa de descubrirse y de renovar su cualidad de estimulante.