sábado, 31 de mayo de 2014

RAOUL DUFY.
 El lugar de la pintura es siempre una superficie, pero en cuanto la obra toma cuerpo, el artista crea un espacio del que tiene necesidad para alojar sus formas y para expresar lo que tiene que decir. Sin embargo este espacio tiende a ser para el espectador
 Totalmente plano o casi plano


O dando sensación de profundidad.

        Pero ¿cómo es posible que un espacio sea plano? ¿De qué recursos se vale el artista para crear un espacio plano? Se vale del color.
        Si consideramos los tres colores primarios y los otros tres que proceden de sus mezclas respectivas tenemos 6 colores, unos fríos y otros calientes. Los colores calientes van del amarillo al rojo, pasando por el naranja, y los fríos van del verde al violeta pasando por el azul.
        Estos colores tienen un efecto espacial. Los tonos calientes nos dan la sensación de avanzar y los tonos fríos de retroceder. Este efecto permite hacerse una idea del partido que el arte puede sacar del efecto espacial de los colores.
        En las Bañistas de Duffy se aprecia que si nos atenemos a la posición de las mujeres, la que está sentada a la derecha se halla delante de su compañera de la izquierda, pero sus colores respectivos tienden a situarlas en el mismo plano de acuerdo con la naturaleza del espacio elegido por el pintor. En efecto, el rojo empuja a la bañista hacia delante, mientras que el azul las empuja hacia atrás; el azul del mar y el del cielo al irse hacia atrás dan profundidad al cuadro. Esta compensación espacial de los colores establece sólidamente el equilibrio de la superficie  amenazado por las posiciones respectivas de las bañistas, y transforma la  extensión estática en espacio dinámico  sin recurrir a la profundidad o al modelado.
        En este tipo de cuadros en que se crea un espacio plano los colores se emplean con preferencia planos. Sin embargo no basta con ponerlos sobre la superficie. Esta deja de ser una extensión geométrica  cuando los colores al integrarse la transforman en superficie – espacio gracias a las formas reguladas por las proporciones y por el ritmo. 

        Los colores existen en virtud de una lógica que les es propia y constituyen el espacio que necesitan para expresarse. No se les puede exigir que reproduzcan la realidad y menos aún que obedezcan a nuestros prejuicios. El espectador debe entrar en su lógica y así comprender su poder de lenguaje. 

viernes, 16 de mayo de 2014

FORMAS DE EXPRESIÓN CON  EL CLAROSCURO
Caravaggio – Rembrandt – Georges de La Tour – El Greco

         El claroscuro es un procedimiento que permite traducir no solo las diferencias de intensidad luminosa en relación con la profundidad y el relieve, sino también los cambios mismos de iluminación. Técnicamente se obtiene el claroscuro trabajando un tono por grados, de un grado hacia la máxima luz y del otro hacia la sombra más acusada. Fue una técnica que constituye una de las grandes innovaciones del final del Renacimiento y la pintura pasó a ser su expresión propia.
         Pero cualquier técnica carece de calidad por sí misma, y solo el empleo que de ella hace el artista es capaz de dársela. Hay varias formas de expresión posible con el claroscuro. Veamos  las de Caravaggio,  Rembrandt,  Georges de la Tour y el Greco.

El claroscuro en Caravaggio.
 David y Goliat.La noche se abre de repente y ahí está David con su trofeo para que el espectador sienta un escalofrío…el claroscuro desempeña el papel de un proyector.


En la oscuridad que invade el lienzo, los claros destacan los objetos, principalmente el busto de David, la espada y la cabeza de Goliat. Pero ni el dibujo ni los colores son tocados ni modificados por el empleo de esta técnica; el claroscuro se añade a la escena para subrayar el efecto buscado, pero no contribuye en forma alguna a construir el espacio del cuadro.

         El claroscurso de Rembrandt.


La Bañista. Aquí el artista también recurre al claroscuro y lo convierte en un medio plástico muy logrado. La razón está en que la luz y las sombras no se limitan a batir el cuadro como si fuera un proyector, añadiéndose desde fuera, sino que forman parte de la sustancia del cuadro. En lugar de destacar formas y colores que ya existen, el claroscuro se integra en esas formas y las integra. Y por supuesto transforma el dibujo. Las líneas ya no siguen solo el contorno de los objetos como en Caravaggio, sino que se funden en transiciones regidas por los propios valores. El modelo cambia a su vez y, en lugar de ser puestas en evidencia las carnes por la luz, esas carnes difunden su luz, produciendo volúmenes que se acomodan al claroscuro. Los colores metamorfoseados a su vez, reducen su número para ajustarse a un tono dominante.


         En el David el fondo del cuadro sirve de contraste a la mancha clara del héroe; en la Bañista el fondo pertenece al cuadro, formando un todo con las carnes de la mujer engendradas por la sombra y la luz.

Georges de La Tour.


Supo crear su forma de expresión con el claroscuro. En su claroscuro la línea no se funde en la sombra, sino que recorta en aristas vivas el lado iluminado de los objetos.


         En cuanto a los planos, modelados solo por una parte, se construyen al modo de un edificio. Si La Tour suprime los detalles realistas, pliegues, arrugas, musculatura, accesorios, no es para hacer una pintura distinguida, sino para afirmar mejor su partido que es el monumental. Por la misma razón simplifica la gama de colores.
         Mientras en Rembrandt el claroscuro se hace palpitación estremecida, en La Tour es exaltación contenida, pero ni en uno ni en otro se añade al cuadro. En ambos forma parte de él.
  

                
Pero antes que Caravaggio, el Greco había hecho del claroscuro el instrumento de su lirismo. Su Resurrección de Cristo o El Nacimiento de Cristo son emocionantes. Y emocionan porque gracias al claroscuro los colores se resaltan y los colores se hacen luz; las líneas destacan netas las figuras y hacen que tengan más dinamismo.


  
El claroscuro en El Greco hace que los personajes se alarguen, que el modelado se reduzca a salientes, que el espacio se acorte, que las proporciones se modifiquen y los colores se recorten en llamas ondeantes al viento.


La caída de San Pedro parece artificial en el lienzo de Caravaggio, pero la caía del soldado en primer plano de la Resurrección parece verdadera a pesar de la inverosímil posición de cuerpo, y es que el claroscuro no es un accesorio dramático, por sí mismo se convierte en drama al combinarse con los colores y las líneas.

         Como síntesis obsérvense cuadros de los cuatro pintores de los que hemos hablado. Las diferencias entre unos y otros son evidentes. Todas son obras de gran calidad, pero el tratamiento que se hace del claroscuro es diferente de unas a otras. 






viernes, 2 de mayo de 2014

MONDRIAN - NEOPLASTICISMO
Mondrian (1872-1944) fue un pintor holandés  que, practicando una pintura aún figurativa a principios de siglo,  y buscando la máxima simplificación de la representación de la realidad, llegó a una pintura totalmente abstracta.
         A partir de 1918, Mondrian limitó su vocabulario geométrico a la línea recta y al ángulo recto (esto es a la horizontal y a la vertical) y a los tres colores primarios (azul, amarillo, rojo) con los tres no-colores: blanco, gris y negro. Sus cuadros tenían sólo rectángulos de colores puros que producen una sensación de armonía basada en los principios de las matemáticas y de la música.
El principio fundamental del neoplasticismo, tal como se definió en su momento fue: “La obra de arte debe ser completamente concebida y formada por la mente antes de su ejecución… no debe recibir impresiones formales de la naturaleza, de los sentidos o del sentimiento… excluimos el lirismo, el dramatismo, el simbolismo, etc.”
En sus escritos Mondrian identifica el arte con la vida,  la vida es pura actividad interior. Por eso creía necesario eliminar del arte la presencia del mundo perceptible por los sentidos, a fin de acercarse cada vez más a la verdad de la conciencia interior.
Con esta voluntad racional, rigurosa, Mondrian eliminó la línea curva, residuo de lo que creía confusión del espíritu procedente del barroco. Las rectas verticales y horizontales debían ser el único medio estilístico permitido al neoplasticismo. Del mismo modo, se debía evitar todo recuerdo de la pincelada emocional; solamente se debía utilizar el color plano, compacto, puro.
Analicemos algunos de sus cuadros neoplasticistas:
        En Composición C, se hace hincapié en una armonía de tonos grises. Tres tonos de gris sutilmente distintos se contraponen con esmero a unos colores primarios modulados. El rojo tiene un matiz naranja, el azul se aclara un poco añadiéndole blanco, el amarillo vira con decisión hacia el verde y el negro hacia el marrón. La cuadrícula está pintada en dos grises medios diferentes que sirven para unir los colores y separar los tonos. El efecto global es el de un movimiento de los planos de color hacia delante y hacia atrás, controlado con precisión, en un espacio carente de profundidad.
         Con el tiempo su obra se va centrando en una dinámica de color más desnuda: retazos de rojo, amarillo y azul posicionados en una cuadrícula de líneas negras  resaltadas en un fondo blanco.
          En estas composiciones  los elementos lineales de color negro han disminuido frente al blanco para ser menos invasivos.  Como resultado el blanco gana en presencia e intensidad  y las zonas de color en luminosidad.  La interpretación de los fondos blancos de las obras de Mondrian es crítica para llegar a un adecuado conocimiento de sus pinturas. Cuando las vemos reproducidas, suele parecer que las líneas negras han sido trazadas, de manera muy directa, sobre un fondo blanco. En realidad se ha trabajado cada línea blanca para que colinde exactamente con las líneas negras que la enmarcan y se cree una intensidad uniforme de blancura en el conjunto. Esta igualdad entre línea y plano es fundamental para la presencia del cuadro como una entidad relacional plenamente unificada.
           En estos cuadros el pintor abandona totalmente la forma central  y elige la asimetría. Por otra parte el vacío o no color constituye un elemento fundamental de su sistema cromático. Si el vacío domina la composición, cualquiera de los tres colores primarios puros, separados por franjas negras, pueden asumir un indiscutible papel de protagonistas.