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lunes, 25 de noviembre de 2024

MONET: La estación de Staint Lazare

 LA ESTACIÓN DE SAINT LAZARE

    Desde mi punto de vista, Monet es el pintor más impresionista de todos los pintores que se encuadran en este estilo de pintura. 

        Vamos a analizar algunas de las obras de la serie sobre la Estación de Saint Lazare, que Monet comenzó a pintar sobre 1877.

       He dicho antes, que Monet es el más impresionista de todos los impresionistas. Él quiere capturar la impresión, el instante, en que nuestro ojo percibe las cosas gracias a la luz y a las condiciones atmosféricas. Para ello recurre a pintar series sobre un mismo lugar en distintos momentos del día y en condiciones climáticas diferentes. Y todo ello para captar las diferencias de color y de luz, sobre todo la luz. La primera de estas series es la de la estación Saint-Lazare. Aquí se muestran 7 de los 11 que componen la serie completa.


 
    En este cuadro he intentado encontrar cual ha sido la estructura de la composición.
        He intentado encontrar un punto de fuga que dé orden a la composición. La verdad es que habrían suspendido a Monet si se hubiese presentado a un examen de dibujo proyectivo, pues no está correctamente realizado, aunque hay que decir r que hay una zona, próxima a la chimenea de la máquina, que puede considerarse como "una zona de fuga".


        En este otro cuadro hay más de lo mismo: un centro de fuga casi totalmente definido pero que tampoco le daría para aprobar en un examen sobre la materia. En las tres primeras obras hay un intento de construirlas según las normas de la perspectiva. En las cuatro últimas esos intentos no están claros.
        Los grandes protagonistas de toda la serie son la luz y el color. Todas las formas van perdiendo su definición, por el efecto del vapor de las máquinas, en favor de la luz, luz que varía de unos lugares a otros y que da un gran dinamismo visual al cuadro.
        El color es el otro gran protagonista. En toda la serie se alternan los colores fríos del fondo (azules, violáceos y grises) con los cálidos (amarillos y naranjas) de los primeros planos. 
        Los colores cálidos hacen avanzar los objetos hacia el observador, los fríos los alejan. Y este acercar y alejar dan muchísimo dinamismo visual a los cuadros. Y el color, junto con la luz dan volumen a las formas, ya que unas parece que avanzan respecto a otras, o que están delante de ellas. 
        En todo este trabajo con la luz y el color está el legado de Monet. Legado que llegará hasta el Expresionismo Abstracto norteamericano. Pero eso es una cuestión que dejaré para otro momento.



miércoles, 5 de junio de 2024

MONET: Impresión del sol naciente

MONET: Impresión del sol naciente.


      El único canal de exposición que tenían los pintores en la Francia del siglo XIX era el Salón de París, vinculado a la Escuela de Bellas Artes, que contaba con un prestigioso jurado que seleccionaba las obras enviadas. El escándalo de 1863 con la presentación del Almuerzo en la hierba de Edouard Manet originó la creación del Salón de los Rechazados. La primera exposición en este salón se realizó en mayo de 1874. Monet presentó nueve cuadros, entre los que destacó esta obra, titulada Impresión del sol naciente. El crítico Louis Leroy, inspirado por el título del cuadro, tituló su crítica  «Exhibición de los impresionistas», y escribió« El papel de pared en estado embrionario está más acabado que esta escena marinera », añadiendo con ironía: « puesto que estoy impresionado, ¡debe haber algo de impresión en él! » ¡Así fue cómo el lienzo dio su nombre al movimiento impresionista!
    Claude Monet busco siempre el dominio de la pintura al aire libre para captar los momentos, las impresiones, de la luz del sol.
    Monet pinta escenas de la vida urbana e industrial, pero su visión es la de un pintor paisajista, que no se detiene en un único aspecto, ya que su interés está en reflejar los efectos de la luz. A él no le interesa ninguna característica arquitectónica específica, ni la importancia social de la industria o los nuevos medios de transporte, a él sólo le interesa la luz, de ahí sus series sobre un  mismo tema. 
        El cuadro representa el puerto de Le Havre cuando sale el sol sobre las grúas y mástiles de barcos anclados. La única evidencia de vida es la primera barca, en la que se observa al barquero, y que está colocada en la parte más definida de la composición.
        La pintura presenta la niebla de la madrugada y el humo industrial de la ciudad en el momento en que sale el sol. Esta pintura tiene una gran relación con las pinturas anteriores de niebla hechas por Monet en Londres en 1870.
        Cromáticamente esta pintura se basa en la oposición de colores complementarios: naranja y azul. El sol está definido claramente, con un color fuerte. El azul pálido y denso que lo rodea ofrece la oposición de colores complementarios que aumentan el brillo de ambos. En la parte superior izquierda un marrón (mezcla del naranja y azul) que se extiende tenuemente por algunos lugares, sirve de enlace a ambos colores. 
        El bote más cercano es casi negro, es lo más oscuro que hay en todo el cuadro, y es un punto de atención para el observador. Este punto más oscuro, junto con el sol más brillante crean una oposición cromática que da dinamismo al cuadro.


    La composición del cuadro es sencilla. Las formas oscuras y confusas del puerto atraviesan el lienzo y son la única horizontal que hay. Del extremo izquierdo de esa horizontal sale una diagonal que pasa por los tres botes pequeños y pasa rozando el reflejo del sol en el agua. Dicho reflejo lleva la vista, al sol y a los colores anaranjados del cielo.  Hay un equilibrio dinámico entre los reflejos del sol en el agua y los colores en el cielo, pero también lo hay en la parte izquierda entre el cielo y el agua, el agua es un débil eco del color del cielo. 

viernes, 29 de agosto de 2014


 Claude Monet: El puente de Charing Cross
En las series de cuadros pintados por Monet sobre el  Támesis, la catedral de Rouen y la ciudad de Venecia  la poca definición de las formas dificulta, y a veces imposibilita,  el reconocimiento del lugar. Con ello, la pintura reafirma su autonomía a costa de la disminución de la representatividad. En todas estas series el motivo representado se convierte en un medio para plasmar sobre la superficie del lienzo colores y formas que no siempre son reales, pero tampoco únicamente exclusivos de este pintor. El artista tampoco pretendió transmitir un sentimiento o estado de ánimo interno, ni hacer un ejercicio puramente perceptivo. Parece imposible, pero Monet  logró “pintar la niebla” y a la vez plasmar un espacio dilatado, lo cual es lo opuesto de lo que sucede con ese fenómeno meteorológico, ya que la niebla dificulta la visión y anula la profundidad.

     Las sensaciones de quietud y silencio que transmite la pintura y que no existirían en la realidad en aquellos momentos, se deben al colorido reducido, que la armonía tonal convierte en una “sinfonía azul”, y al equilibrio de las “líneas” que se cruzan ortogonalmente.
  La horizontal del puente que divide la pintura en dos mitades casi del mismo tamaño se repite en la línea de horizonte, donde se pierde el río mezclándose con el cielo, y se compensa con las verticales de los pilares y de sus reflejos en el agua, que llegan casi hasta el borde inferior del cuadro, la de la vela de la barca, asimismo reflejada sobre la superficie del río, y las de los edificios. Aunque la barca en diagonal es un indicio de profundidad, ésta se ha conseguido no gracias a la perspectiva, sino mediante el colorido, ya que las pinceladas de colores calientes de la parte inferior del cuadro (los rojos y amarillos) nos acercan esa parte de la pintura, mientras que los colores fríos del fondo (los verdes y los azules) hacen que éste se aleje.

 Para acentuar la profundidad, que llega a ser notable, el pintor adoptó un punto de vista elevado, aunque sin respetarlo ya que el puente y el Parlamento están vistos desde una posición más baja, casi frontalmente.

     La atmósfera unificada del cuadro se ha conseguido mediante el predominio del azul, un color primario, y el violeta, un secundario; pero también por la presencia casi por todas partes de tonos cálidos y fríos que, además, crean esa peculiar atmósfera brumosa, relacionada con las nieblas invernales de la ciudad de Londres en aquella época. Los tonos cálidos de los reflejos del sol en el agua logrados con pinceladas pequeñas de amarillos están también presentes en las manchas del mismo color en el cielo. Estos toques se realzan por el contraste con los tonos morados, su complementario. Los toques blancos sugieren a la vez el movimiento de la lámina del agua y los reflejos del sol, que se hacen más vivos mediante toques pequeños de rojo. Los verdes, complementarios del rojo, se localizan en las zonas intermedias del cuadro, en la unión del agua y el cielo, y se aprecian en los pilares del puente y en los edificios del Parlamento. En la pintura los toques de color son más apagados de lo que parecen en algunas reproducciones.

      El distinto tratamiento de la pintura le sirvió a Monet para transmitir la sensación de encontrarnos frente a un espacio real. Monet en sus pinturas cambiaba la pincelada para lograr el efecto deseado, de modo que ésta podía ser corta, vibrante y espesa para sugerir el movimiento, variando a la vez la dirección, o bien más o menos larga y diluida. En la parte superior de este cuadro las pinceladas son largas, anchas y están poco cargadas de pintura, de modo que nos parece ver la bruma que envuelve, oculta y disuelve los distintos elementos presentes; 
 sobre el agua, y especialmente en la mitad izquierda, las pinceladas se superponen y son cortas, a veces onduladas y otras horizontales, y son muy abundantes los toques blancos muy empastados, lo que aviva los reflejos y el movimiento del agua.

 Como podemos ver en los pilares del puente y en la barca, las formas y los reflejos tienen el mismo tratamiento, si las diferenciamos sin dudar es, más porque sabemos de qué se trata, que porque estén pintadas de manera diferente o con colores distintos.

     Si concentramos nuestra mirada en esta pintura de Monet veremos cómo transcurrido un tiempo dejaremos de estar frente a un paisaje para encontrarnos dentro de él, lo que se debe sobre todo a la luz uniforme.


Fragmentos de texto e ilustraciones  tomadas de la pág. web del museo Thyssen.