PINTURA FOTOGRÁFICA: Elisabeth Peyton
La
fotografía supuso una revolución en la pintura. La pintura no podía ser una
reproducción de la realidad, la fotografía lo hacía mejor, pero se olvidaba que
la pintura nunca ha sido una reproducción exacta de lo real, tanto de paisajes
como de retratos.
Los movimientos artísticos de finales del XIX y del XX, tienen algo que ver con esa idea de dejar de reproducir lo real. El artista modifica la realidad y busca sobre todo cualidades pictóricas.
Pero
la actitud de los pintores hacia la fotografía ha ido cambiando. En general los
pintores posteriores a 1970 crecieron rodeados de medios fotográficos e
hicieron las paces con dichos medios y nunca sintieron la ansiedad por la
pérdida de lo real que traumatizó a generaciones anteriores. En las pinturas
basadas en fotografías no hay resquicio de ninguna actitud irónica o sarcástica
que intente ofender al artista que ha tomado una foto como punto de partida
para su cuadro; ahora conocemos el mundo y a las personajes famosos a través de
instantáneas. En los conciertos la gente hace instantáneas para acercarse más a
ellas, para inmortalizar el momento de fervor y admiración. La obra de muchos
pintores fotográficos fluye con relativa facilidad de fotografías tomadas de la
realidad. Emplean las imágenes fotográficas a modo de apuntes memorísticos, de
fragmentos del pasado, como una base sobre la que improvisar. Las fotos les
sirven como punto de partida para una imagen ostensiblemente pictórica y
lírica. Ellos reconstruyen y reinterpretan la realidad.
Elisabeth Peyton es una pintora norteamericana ( Connecticut, 1965), reconocida por sus retratos que suelen tener su origen en fotografías, cuyas fuentes pueden ser imágenes de revistas gráficas de actores conocidos, músicos o personajes de la realeza, así como fotografías históricas de escritores o artistas; pero también de fotografías que ella misma ha tomado. Y esas fotos las reconstruye pictóricamente.
En todo buen retrato la vista tiene que ir a la cara, y el artista tiene que conseguirlo de forma que el espectador lo haga de manera inconsciente. El centro del cuadro es la ropa blanca que lleva la retratada. El fondo rojizo está surcado por líneas blancas que llevan a la ropa blanca, pero allí hay una línea negra, poderosa y llamativa que nos sube hasta el rostro. Rostro que está resaltado por un lado por el contraste entre el rojizo de las mejillas, el del pelo y las manchas verdes que hay detrás. Por otro lado, el rostro está resaltado por el azul de los ojos y el rojo de los labios que se corresponde con el rojo de fondo.
Este cuadro parece corresponder a una
instantánea hecha con la cámara de un móvil, que haya hecho un fan que ha
acudido a un concierto o a algún otro evento.
Lo específico de este personaje es su
cabellera rojiza, pelirroja, y eso es lo primero que se ve y lo que más
resalta. Y esa es su característica principal, pues ella irradia un sutil tono
rojizo a todo su alrededor.
Su mano es una prolongación de su pelo,
de su cabeza. Una ligerísima línea rojiza llega hasta la mano y parece que esta
se ilumina. ¿Es una persona que es su cabeza, su pensamiento, el que dirige
toda su acción? ¿o es una persona que lo único que tiene destacable es el color
de su pelo y todo lo demás a su alrededor es oscuridad? ¿o es una persona
encerrada en sí misma, en sus pensamientos, y que tiene muy poco contacto con
el mundo que la rodea? (el mundo que la
rodea y por el que se interesa serían esos tonos rojizos que hay por algunas
partes del cuadro).
Una fotografía no podría sugerir tantos pensamientos.
En este retrato, el rostro resalta poderosamente y eso que es
muy claro (casi blanco) y tiene un fondo también muy claro. ¿Cómo consigue
esto? El personaje lleva una ropa negra que lleva la visión hacia arriba; en el
rostro hay una llamada de atención poderosísima que es ese labio de rojo
intenso; el sombreado de los ojos y las espesas cejas que destacan sobre el claro
de la cara también atraen nuestra atención, y el extenso sombreado violáceo del
ojo derecho (respecto al espectador) sorprende por lo inesperado y extenso del
mismo. El pelo negro rodea casi totalmente el rostro y un reflejo rojizo en la
parte superior es como un eco armónico del rojo de los labios y del tono
discretamente rosáceo del cuello. Y para que el rostro claro no se diluya en el
fondo, también claro, le delimita con una línea oscura que puede parecer una
sombra y que casi nunca se ve en los retratos que esta pintora hace.
Todos
estos recursos pictóricos crean una imagen de un joven un tanto enigmático,
pero con una presencia contundente.