RUBENS
El rapto de las hijas
de Leucipo
Hay
cuadros de un gran movimiento, no solo porque el tema o asunto se refiera a una
acción como en este cuadro de Rubens “El rapto de las hijas de Leucipo” sino
porque hay una organización del mismo que hace que el movimiento surja del
interior del cuadro, que sea algo innato a lo que está representado tal como
está representado.
En
esta obra el movimiento general del cuadro se organiza en torno a una línea
sinuosa que va desde la cabeza del caballo, pasa por el caballero de la
izquierda y termina en el brazo derecho de la hija que está en tierra.
Con
esta línea sinuosa, que es el eje organizador, se articulan a ambos lados
líneas que se anudan en curvas sucesivas y que al asociarse a la forma de los
objetos representados los animan desde dentro.
El
movimiento de los caballos, de los caballeros y de las mujeres es muy diferente
del que presentarían en la realidad, pues el artista ha alterado
voluntariamente la imagen, para que
combinándose con la línea central y las auxiliares, exprese toda la energía y
movimiento que él ha considerado idóneo para la escena que está
representada.
Ya
participen las líneas en la evocación directa del movimiento exterior de un
personaje o configuren dinámicamente un objeto o un personaje, su expresión
plástica se manifiesta por un movimiento
interno que es el que anima el cuadro, independientemente del tema del mismo.