lunes, 30 de noviembre de 2015

RUBENS
El rapto de las hijas de Leucipo


            Hay cuadros de un gran movimiento, no solo porque el tema o asunto se refiera a una acción como en este cuadro de Rubens “El rapto de las hijas de Leucipo” sino porque hay una organización del mismo que hace que el movimiento surja del interior del cuadro, que sea algo innato a lo que está representado tal como está representado.
            


            En esta obra el movimiento general del cuadro se organiza en torno a una línea sinuosa que va desde la cabeza del caballo, pasa por el caballero de la izquierda y termina en el brazo derecho de la hija que está en tierra.
            Con esta línea sinuosa, que es el eje organizador, se articulan a ambos lados líneas que se anudan en curvas sucesivas y que al asociarse a la forma de los objetos representados los animan desde dentro.



            El movimiento de los caballos, de los caballeros y de las mujeres es muy diferente del que presentarían en la realidad, pues el artista ha alterado voluntariamente la imagen, para  que combinándose con la línea central y las auxiliares, exprese toda la energía y movimiento que él ha considerado idóneo para la escena que está representada. 
            Ya participen las líneas en la evocación directa del movimiento exterior de un personaje o configuren dinámicamente un objeto o un personaje, su expresión plástica se manifiesta  por un movimiento interno que es el que anima el cuadro, independientemente del tema del mismo.

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