MODIGLIANI:
Desnudos
Modigliani abordó el tema del
desnudo femenino desde sus primeros años en París. Sus primeras obras están
dotadas de un fuerte componente expresivo, acorde con la concepción simbolista
del cuerpo femenino como fuente de pecado. Poco a poco, sus desnudos se fueron desembarazando
de todo contenido moralista para abrazar la sensualidad mediterránea.
Los grandes desnudos de Amedeo
Modigliani datan de 1917 y fueron pintados en el apartamento de Zborowski en la
rue Joseph Bara, a requerimiento del propio marchante que pensaba con ellos
satisfacer la demanda de los coleccionistas más audaces. Sin embargo, las cerca
de 30 obras pintadas entre 1917 y 1919 no recibieron la acogida esperada.
Con ellos el pintor italiano
se suma a la gran tradición del desnudo recostado iniciada por Giorgione en el
siglo XVI, sin renunciar a un lenguaje plenamente moderno. Así lo evidencia el
aplanamiento de las figuras femeninas, el empleo de un punto de vista
inusualmente cercano, casi de primer plano fotográfico, y el protagonismo
conferido a la línea como elemento expresivo. La conjunción de todos estos
factores hace de sus desnudos recostados un auténtico icono del arte moderno.
Sus desnudos tienen rostros que recuerdan
máscaras y cuerpos alargados y voluntariamente distorsionados. Un exceso de
elegancia se contrapone a su expresiva sensualidad, que remite casi a
Botticelli, pero sin olvidarse de los ritmos de Matisse.
Pensamos que
Modigliani impuso la elegante armonía de sus figuras serenas, vinculando para
siempre los desnudos de la modernidad con las Venus reclinadas del
Renacimiento.