viernes, 4 de agosto de 2017

MODIGLIANI: Desnudos
Modigliani abordó el tema del desnudo femenino desde sus primeros años en París. Sus primeras obras están dotadas de un fuerte componente expresivo, acorde con la concepción simbolista del cuerpo femenino como fuente de pecado. Poco a poco, sus desnudos se fueron desembarazando de todo contenido moralista para abrazar la sensualidad mediterránea.
Los grandes desnudos de Amedeo Modigliani datan de 1917 y fueron pintados en el apartamento de Zborowski en la rue Joseph Bara, a requerimiento del propio marchante que pensaba con ellos satisfacer la demanda de los coleccionistas más audaces. Sin embargo, las cerca de 30 obras pintadas entre 1917 y 1919 no recibieron la acogida esperada.

 
Con ellos el pintor italiano se suma a la gran tradición del desnudo recostado iniciada por Giorgione en el siglo XVI, sin renunciar a un lenguaje plenamente moderno. Así lo evidencia el aplanamiento de las figuras femeninas, el empleo de un punto de vista inusualmente cercano, casi de primer plano fotográfico, y el protagonismo conferido a la línea como elemento expresivo. La conjunción de todos estos factores hace de sus desnudos recostados un auténtico icono del arte moderno.
 




Sus desnudos tienen rostros que recuerdan máscaras y cuerpos alargados y voluntariamente distorsionados. Un exceso de elegancia se contrapone a su expresiva sensualidad, que remite casi a Botticelli, pero sin olvidarse de los ritmos de Matisse.
 
 Pensamos que Modigliani impuso la elegante armonía de sus figuras serenas, vinculando para siempre los desnudos de la modernidad con las Venus reclinadas del Renacimiento.


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