lunes, 22 de diciembre de 2025

Goya: Las pinturas negras.

 GOYA: LAS PINTURAS NEGRAS

Las Pinturas Negras de Francisco de Goya, realizadas aproximadamente entre 1819 y 1823, representan uno de los hitos más significativos de la historia del arte.

                                          

Al romper con las convenciones académicas de su época, estas obras sentaron las bases para movimientos del siglo XX como el expresionismo y el surrealismo. Y pudieron romper con las convenciones académicas porque Goya las pintó directamente sobre las paredes de su casa, para su uso privado y sin intención de ser vendidas. Esto le permitió expresarse con una libertad total, alejada de los encargos de la corte o la iglesia.

Las 14 obras exploran temas como la locura, la vejez, la violencia y la muerte. Reflejan la visión de un artista envejecido y sordo, que canalizó sus miedos y su desilusión con la sociedad de la época en imágenes sombrías y enigmáticas.

Goya utilizó una paleta extremadamente oscura, dominada por negros, grises y ocres, con figuras a menudo descentradas que crean una sensación de desequilibrio inquietante.

 Aunque son obras para no ser expuestas ni vendidas, también se interpretan como un comentario sombrío sobre la convulsa situación política de España tras las guerras napoleónicas y el regreso al absolutismo. 

Las Pinturas Negras se consideran precursoras del expresionismo porque, un siglo antes de que este movimiento surgiera formalmente, Goya rompió con la representación objetiva de la realidad para priorizar la emoción interna y subjetiva

Goya no busca la belleza académica, sino la emoción profunda. Para lograrlo, pinta unos rostros caricaturescos, con facciones distorsionadas y expresiones de terror o locura.

Su estilo técnico en estas obras es asombrosamente moderno para 1820, utilizando trazos pastosos, largos y rápidos, llegando a usar la espátula para aplicar el color. Las formas se disuelven en manchas de color, lo que resta solidez a las figuras y crea ambientes irreales y fantasmagóricos. 

El expresionismo se define por proyectar el estado de ánimo del artista sobre el mundo. Goya explora el inconsciente, los miedos irracionales y el lado oscuro de la psique, temas centrales para los expresionistas del siglo XX. 

A diferencia del arte tradicional, muchas de estas escenas están descentradas, lo que genera una sensación de inestabilidad y desasosiego. Un ejemplo claro es Perro semihundido, donde el vacío ocupa casi todo el espacio, anticipando la abstracción psicológica moderna. 

Por todo lo escrito, se dice que existe una línea directa entre las figuras gritando de Goya y obras icónicas del expresionismo como El Grito de Edvard Munch. 

domingo, 21 de diciembre de 2025

GOYA: Fusilamiento del tres de mayo,

 GOYA: Fusilamientos del 3 de mayo


 "Los fusilamientos del 3 de mayo" (1814), de Francisco de Goya, es una obra maestra del Romanticismo y un alegato contra la barbarie y la crueldad de la guerra. El cuadro, que representa la ejecución de civiles madrileños por las tropas napoleónicas, rompe con la tradición artística al centrarse en el horror y la vulnerabilidad humanas en lugar del heroísmo bélico.

Pintado seis años después de los hechos, Goya plasmó la masacre con una crudeza que pretendía despertar la ira y el odio del público español contra el invasor. 

El punto central de la composición es el hombre arrodillado con una camisa blanca, que irradia luz en medio de la oscuridad. Hay críticos que con sus brazos extendidos y la pose de su cuerpo evocan la imagen de Cristo en la cruz, simbolizando el sacrificio y el martirio del pueblo anónimo. Para otros, con una intención más laica que religiosa, representa el acto de morir por la patria o la libertad.

El pelotón de soldados franceses se presenta como una máquina de matar anónima y deshumanizada. Forman un bloque compacto, de espaldas al espectador, con los rostros ocultos bajo los uniformes y gorros, lo que da más fuerza a su papel de instrumentos ciegos de la opresión.

Goya utiliza una iluminación de contrastes, de claroscuro para intensificar el dramatismo. Un gran farol en el suelo ilumina intensamente a las víctimas, especialmente al hombre de blanco, mientras sumerge a los soldados y el fondo en penumbra. La paleta de colores es sombría, dominada por tonos ocres y negros, con el blanco de la camisa y el rojo de la sangre como únicos puntos de color vibrante, guiando la mirada del espectador y acentuando el horror de la escena.

A la izquierda, el grupo de víctimas muestra una gama de expresiones individualizadas: terror, desesperación y resignación, lo que añade una dimensión profundamente humana al sufrimiento. En primer plano, yacen los cadáveres ensangrentados de los que ya han sido fusilados, aumentando la sensación de matanza indiscriminada.

Al fondo, la ciudad de Madrid se vislumbra en la oscuridad, silenciosa y distante, lo que aísla la escena de la ejecución y concentra toda la atención en la brutalidad del momento presente.

Goya no busca glorificar la guerra ni a sus héroes, sino mostrar su sinrazón y horror intrínsecos. La obra es un precedente del reportaje de guerra moderno y una de las primeras pinturas en la historia del arte que denuncia explícitamente la atrocidad del conflicto armado. Su pincelada suelta y su enfoque emocional la sitúan como una obra revolucionaria que anticipa el expresionismo y ha servido de inspiración para artistas posteriores, como Édouard Manet y Pablo Picasso. 

La composición del cuadro se estructura en torno a varias líneas de fuerza diagonales y horizontales que intensifican el dramatismo y dirigen la mirada del espectador. 

Los rifles de los soldados franceses forman líneas horizontales repetitivas que apuntan directamente hacia la figura central y los otros condenados, creando una fuerte sensación de amenaza inminente y fatalidad. Las piernas de los soldados forman una serie de claras diagonales que refuerzan las sensaciones de las líneas horizontales.

La figura principal, el hombre de la camisa blanca, tiene los brazos extendidos en una pose en la que sus brazos forman dos líneas diagonales ascendentes que atraen inmediatamente la atención del espectador y rompen la horizontalidad opresiva de los rifles.

 Las víctimas, a la izquierda, forman un grupo cohesionado con diversas posturas que generan una línea de figuras que va desde los cuerpos ya caídos en el suelo hasta los que esperan su turno, algunos cubriéndose el rostro con desesperación.

La composición divide la escena en dos grupos principales a través de una línea imaginaria marcada por la acción: los fusilados a la izquierda y el pelotón de fusilamiento a la derecha, en un contraste entre las víctimas con rostros expresivos y los verdugos anónimos e inexpresivos.  La figura del hombre de blanco y, en general, el grupo de los condenados, se inscriben en una especie de forma triangular, que contribuye a la sensación de agobio y dramatismo. 

Goya utiliza estas líneas de composición, junto con un uso magistral de la luz y la sombra (el foco de luz recae sobre el hombre de blanco) y una pincelada suelta, para crear una obra maestra del pre-expresionismo que transmite el horror y la brutalidad de la guerra.