miércoles, 5 de junio de 2024

MONET: Impresión del sol naciente

MONET: Impresión del sol naciente.


      El único canal de exposición que tenían los pintores en la Francia del siglo XIX era el Salón de París, vinculado a la Escuela de Bellas Artes, que contaba con un prestigioso jurado que seleccionaba las obras enviadas. El escándalo de 1863 con la presentación del Almuerzo en la hierba de Edouard Manet originó la creación del Salón de los Rechazados. La primera exposición en este salón se realizó en mayo de 1874. Monet presentó nueve cuadros, entre los que destacó esta obra, titulada Impresión del sol naciente. El crítico Louis Leroy, inspirado por el título del cuadro, tituló su crítica  «Exhibición de los impresionistas», y escribió« El papel de pared en estado embrionario está más acabado que esta escena marinera », añadiendo con ironía: « puesto que estoy impresionado, ¡debe haber algo de impresión en él! » ¡Así fue cómo el lienzo dio su nombre al movimiento impresionista!
    Claude Monet busco siempre el dominio de la pintura al aire libre para captar los momentos, las impresiones, de la luz del sol.
    Monet pinta escenas de la vida urbana e industrial, pero su visión es la de un pintor paisajista, que no se detiene en un único aspecto, ya que su interés está en reflejar los efectos de la luz. A él no le interesa ninguna característica arquitectónica específica, ni la importancia social de la industria o los nuevos medios de transporte, a él sólo le interesa la luz, de ahí sus series sobre un  mismo tema. 
        El cuadro representa el puerto de Le Havre cuando sale el sol sobre las grúas y mástiles de barcos anclados. La única evidencia de vida es la primera barca, en la que se observa al barquero, y que está colocada en la parte más definida de la composición.
        La pintura presenta la niebla de la madrugada y el humo industrial de la ciudad en el momento en que sale el sol. Esta pintura tiene una gran relación con las pinturas anteriores de niebla hechas por Monet en Londres en 1870.
        Cromáticamente esta pintura se basa en la oposición de colores complementarios: naranja y azul. El sol está definido claramente, con un color fuerte. El azul pálido y denso que lo rodea ofrece la oposición de colores complementarios que aumentan el brillo de ambos. En la parte superior izquierda un marrón (mezcla del naranja y azul) que se extiende tenuemente por algunos lugares, sirve de enlace a ambos colores. 
        El bote más cercano es casi negro, es lo más oscuro que hay en todo el cuadro, y es un punto de atención para el observador. Este punto más oscuro, junto con el sol más brillante crean una oposición cromática que da dinamismo al cuadro.


    La composición del cuadro es sencilla. Las formas oscuras y confusas del puerto atraviesan el lienzo y son la única horizontal que hay. Del extremo izquierdo de esa horizontal sale una diagonal que pasa por los tres botes pequeños y pasa rozando el reflejo del sol en el agua. Dicho reflejo lleva la vista, al sol y a los colores anaranjados del cielo.  Hay un equilibrio dinámico entre los reflejos del sol en el agua y los colores en el cielo, pero también lo hay en la parte izquierda entre el cielo y el agua, el agua es un débil eco del color del cielo. 

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