SEURAT: EL DIVISIONISMO
Seurat inaugura una escuela que
combinaba la libertad y las innovaciones impresionistas con el cientifismo
positivista de fines del XIX. Esta escuela se denomina puntillismo. La innovación consiste en utilizar la
pincelada suelta y descompuesta en colores primarios, que ya habían establecido
los impresionistas, para realizarla con exactitud matemática y rigurosa en
puntitos de color básicos, cuyo efecto se combina equilibradamente en la retina
del espectador. Esta ordenación tan estricta de la pincelada requiere unos
contornos precisos, unas figuras estáticas y unas escenas compositivamente
sólidas, sobre una base geométrica estable. El efecto fue de lo más heterodoxo,
puesto que el aspecto era pálido y academicista; sin embargo, Seurat estaba utilizando los más
revolucionarios métodos pictóricos al mismo tiempo.
Analicemos su
obra EL CIRCO.
El Circo es una de las obras más grandiosas del divisionismo. En esta obra Seurat interpreta las
teorías de Charles Henry sobre los efectos psicológicos de línea y color, así
como las leyes de la mezcla óptica de los
colores formuladas por Chevreul y Rood. Cuando
la pintura fue exhibida en el Salon des Indépendants en 1891, un crítico dijo: "
En El circo todo está combinado en
la armonía por analogía, la
reconciliación de los contrarios, en vista de sensaciones agradables:
ascendencia de las líneas, contrastes sucesivos de tonos, predominio del naranja muy marcado que resalta un cuadro en oposición
de tonos y matices con el conjunto..."
En esta obra se yuxtaponen dos espacios: el de la pista
y los artistas, llenos de curvas con
arabescos estilizados y en espiral, en tensión
dinámica, e incluso desequilibrada; y por otro el de las gradas y el público,
rígido, ortogonal, inmóvil, de una rigurosa geometría.
El orden de los colores obedece a reglas precisas: el
color primordial, el de la luz pura, el blanco, domina el lienzo. La paleta
combina los tres colores primarios: rojo, amarillo y azul modulados en pequeños
trazos metódicos que hacen eco al ritmo de las líneas.
Son los colores los que
unen las diversas partes del cuadro. El
movimiento de las figuras y líneas blancas de la pista (caballo, cara y cuello
del payaso, borde de la pista, camisa del presentador) tienen su correspondencia estática en las gradas
que ocupan los espectadores; las líneas amarillas de los saltimbanquis y la
cinta del payaso tienen su correspondencia estática en los vestidos de
numerosas espectadoras de las gradas; las sombras azules y el color de la
pista, sombras que son líneas curvas, tienen su réplica en las cortinas del
fondo, los músicos, las escaleras y las gradas superiores.
Con este cuadro, que muchos críticos consideran
inacabado, Seurat ambiciona una simbiosis entre creación artística y análisis
científico, uniéndose a una de las principales preocupaciones del siglo XIX.
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