viernes, 19 de diciembre de 2014

Richard Estes
La obra de Richard Estes se dio a conocer en 1969 y está considerada, como una respuesta al agotamiento del expresionismo abstracto, pues opone a la temática de éste un carácter netamente figurativo. Se ha denominado fotorrealismo a este tipo de pintura, por estar basada en la fotografía, aunque también se la ha considerado como superrealismo.
Richard Estes ofrece una mirada de la vida cotidiana de la ciudad,  con sus automóviles y sus edificios y los anuncios en las fachadas y las señales de tráfico y sus gentes, aunque esto último más bien escasee.
Richard Estes, Nedick’s (1970) Madrid, Coleción Carmen Thyssen-Bornemisza

No es que en la obra de Estes no aparezcan personas, que sí lo hacen alguna vez. Pero no parece que le interese en especial, simplemente son un ingrediente más en sus vistas urbanas. No aparecen en un primer plano y rara vez en un plano próximo, casi siempre se trata de presencias secundarias, ya sea porque son imágenes reflejadas, porque se las ve a través de cristales, o porque están situadas en términos muy alejados y, por tanto, se ven a un tamaño muy reducido.
 
 Richard Estes, Cabinas telefónicas (1967), Madrid, Museo Thyssen-Bornemisza

 El comentarista de uno de los primeros cuadros que pintó Estes y que le dio gran fama, Cabinas telefónicas(1967) se refiere a la ausencia de personas en la obra de Estes en los siguientes términos: "el hombre tiene muy poca cabida en sus pinturas y cuando aparece es tratado prácticamente como un elemento más del paisaje" 
 
Richard Estes, People´s Flowers (1971), Madrid, Colección Carmen Thyssen-Bornemisza

Analicemos con un poco de detalle la obra People’s Flowers (1971) Esta ausencia de la presencia humana dota a este cuadro de un sentimiento de soledad. Asimismo, el hecho de que los coches, cuya razón de ser es el movimiento, estén parados por la calidad instantánea de la fotografía, añade al sentimiento de soledad una extraña quietud, como si la escena estuviera suspendida en el tiempo. Las plantas en sus macetas sobre la acera son lo más vital de esta pintura. La indudable fuerza fotorrealista con que está realizada nos sitúa inevitablemente en una escena cuya contundencia hace más patente la soledad y la quietud.
Otra cosa digna de mención en esta obra es que hay tres cielos diferentes. El primero es el cielo real, del que sólo podemos ver una tira vertical muy estrecha entre las aristas de esquina de los edificios, pegada al margen superior del cuadro en su tercio izquierdo. A la derecha de éste, también pegado al margen superior, vemos otros dos fragmentos de cielo, esta vez reflejado en los cristales de las ventanas y recortado por los fragmentos reflejados de los edificios. Por último, el tercer cielo es otro fragmento en tira vertical que podemos ver reflejado en el escaparate de la tienda sobre el letrero. Es muy interesante observar cómo los azules de los tres cielos son completamente distintos, como no podía ser de otra forma.
Para resumir, lo que hay en el presente cuadro es un conjunto de temas que constituyen el repertorio habitual de la obra de Estes: la perspectiva fotográfica, la transparencia, la reflexión especular, la superposición de espacios, la disolución de unos espacios en otros, la ambigüedad en la ubicación de algunos elementos, la definición de los detalles. Todo ello tomado en principio de la realidad, aunque luego haya sido manipulado por el artista para conseguir los efectos que se propone. Quizá lo más interesante y a la vez lo más admirable del trabajo de este artista, tanto en su obra pictórica como en la gráfica, sea la sabia mezcla que consigue entre espacio real y espacio ilusorio.
Se podría decir que la pintura de Estes es la de un autor de puntos de vista, no exactamente en el sentido barroco del término, sino matizado éste por la cultura visual del siglo xx, en la que el fragmento, la simultaneidad y la ambigüedad son elementos característicos.
Los puntos de vista que emplea Estes en sus cuadros son muy variados, en parte gracias a la libertad que en ese sentido le ofrece la cámara fotográfica, en la que puede estudiar la relación del punto de vista con el encuadre, lo que, sin duda, le permite avanzar mucho en la concepción de sus obras.
Por una parte, tenemos los cuadros en los que la fachada del edificio es paralela al plano del cuadro, como en Cafetería.


Pero, por otra, también tenemos aquellos en los que la fachada del edificio es perpendicular al plano del cuadro, como en La Avenida Michigan con vista del Art Institute, 1984, que pertenece al Art Institute de Chicago
Richard Estes, La Avenida Michigan con vista del Art Institute (1977), Chicago, Art Institute of Chicago.

          Algo que conviene señalar en la obra de Estes es que en la inmensa mayoría de sus cuadros parece utilizar un punto de vista a la altura del peatón que mira de frente, como parece ser el caso del que estamos examinando ahora. No hay vistas hacia arriba o hacia abajo. 

Broad Street New York City (2003)

Este tipo de vistas se lo ofrecen a Estes otras superficies reflectantes, como el capó o el parabrisas de los coches en Broad Street New York City, de 2003, que pertenece a la colección de Bettina Dotta (Fig. IV.6.3), en la que el reflejo convierte al automóvil en puro paisaje urbano con un cielo como si fuera un lago.
En People´s Flowers la altura de los ojos de una persona de pie en la calle quedaría algo por debajo del letrero luminoso; sin embargo, en el infograma realizado descubrimos, 

Esquema infográfico de las lí­neas de fuga en People’s Flowers (1971) de Richard Estes

no sin cierta sorpresa, que existen dos puntos de fuga a distintas alturas, ambos por debajo de la altura antes aludida y desplazados lateralmente uno del otro. El más alto corresponde a las líneas del pavimento de la acera y el otro a las horizontales de las fachadas en profundidad.
Louis K. Meisel nos da la clave: "Estes introduce huellas direccionales para revelar la forma, a diferencia de la lisura homogénea de la fotografía, y lleva a cabo sustanciales alteraciones a la hora de construir el espacio ficticio. La verdad en un cuadro de Estes es muy distinta de la verdad de la fotografía" 
Todos los paisajes urbanos de Estes dan la impresión de haber sido pintados después de haber limpiado cuidadosamente el modelo. Como dice Ian Chilvers: "Presenta la ciudad como un espectáculo visual, usualmente con una luz brillante, de forma que incluso la basura parece lustrosa".
 Richard Estes, Doble autorretrato (1976) Nueva York, Museum of Modern Art.

Artículo basado en textos e ilustraciones de la pág. web del museo Thyssen. 

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