Georgia O Keeffe - Nueva York con luna
Georgia O'Keeffe es una pintora estadounidense nacida en en 1887 y fallecida en 1986, que perteneció a la Escuela Preciosista americana. Sus obras
más conocidas son las grandes pinturas de flores ampliadas a una escala
gigante, y las vistas de las calles de
Nueva York.
Analicemos
una de sus obras “Nueva York con luna”,
pintada en 1925.
Uno
de los encantos de este cuadro es el juego que hace su autora entre las luces
artificiales y la luz natural de la luna. Hay un recorrido visual en esta obra
que lleva a los ojos del espectador desde el semáforo en rojo a la luz de la
farola y de ésta a la luz plateada de la luna. Este recorrido en vertical
oblicua y quebrada está acompañado, por no decir guiado, por las aristas de los
rascacielos, también oblicuas, que conducen la vista hacia las alturas. Por así
decirlo, la "estrella" del cuadro es la luna, pues a ella conducen
"todas las miradas". Por otra parte, el planteamiento espacial del
cuadro es muy claro: un espacio cercano, delimitado por los edificios, que
abriga al espectador, y un espacio lejano, que es el cielo con una luna que
está como acostada en las mullidas nubes.
Al
efecto de profundidad más o menos vertical que se produce, contribuye el hecho
de que los colores cálidos están en la parte inferior (el semáforo rojo y la
incierta luz crepuscular) y el más frío, el azul, en la parte superior, la más
lejana. Entre unos y otro se sitúan los marrones y ocres oscuros, casi hasta
llegar al negro en algunos bordes de los edificios. Estos rompen el espacio
entre los dos términos antes aludidos, acentuando así aún más la distancia
entre ambos.
La
dirección de la mirada va de abajo hacia
arriba. Pero se puede comprobar a simple vista que no se trata de un dibujo que
sigue las leyes de la perspectiva.
En efecto, la lógica de la perspectiva nos
haría considerar que la línea recta que cierra la composición en el ángulo superior izquierdo del cuadro
representa no una arista vertical de la esquina de un edificio, sino el borde
horizontal de su cornisa, que sería paralela a la cornisa más corta del
edificio central. Pero la consonancia de ésta con las otras líneas verticales,
las que terminan en la curva que representa el saliente de la cornisa, nos hace
ver que no es una horizontal, sino una vertical.
Para aclararlo se ha realizado una figura
en la que se ve cómo las verticales de los distintos edificios no concurren en
un mismo punto de fuga,
como sucedería si se atendiese a las leyes de la perspectiva, ya que todas las verticales son paralelas entre sí.
El
problema en este cuadro es que no hay dos horizontales paralelas entre sí que
nos permitan localizar su punto de
fuga común, por lo que no podemos averiguar dónde está la línea del
horizonte. Ni falta que hace, pues es evidente que O´Keeffe ha jugado con la
idea de la perspectiva y
su lenguaje para dar credibilidad a su paisaje urbano, pero lo ha realizado
haciendo primar las necesidades de la composición sobre las leyes de este sistema de representación. Así, ha
colocado la vertical del ángulo superior izquierdo y ha forzado lo que sería su
posición lógica según las leyes de la perspectiva.
La manera en que cierra la composición por
ese lado contribuye a la sensación, al sentimiento que la artista quiere
transmitir con esta pintura.
De
ahí que en este cuadro los edificios abandonen su posición natural para
"abrigar" al espectador por un lado y por el otro para
"abrazar" a la luna.
No
por ello ha dejado la artista de utilizar, aunque de una manera heterodoxa, la perspectiva lineal para
configurar el espacio urbano, y la perspectiva
del color para conseguir la profundidad que su visión personal del tema
requería.
A
pesar de la indudable calidez que lo mullido del cielo y el "abrigo"
y el "abrazo" que los edificios proporcionan a esta pintura, O´Keeffe
transmite en esta obra una sensación de soledad que todo paisaje sin gente
produce, más aún si se trata de un paisaje urbano. También transmite una
sensación de frío, no sólo porque suele ir asociada con la sensación de
soledad, sino porque las luces del semáforo y de la farola parece que
estuvieran congeladas, lo que viene acentuado por la hora que el cuadro representa.
Por último, la sensación de abrigo que los edificios pueden provocar en el
espectador, le pueden producir al mismo tiempo una cierta sensación de
"encierro" u "opresión".
La simplificación de los edificios,
convertidos en cajas cerradas, subraya esas sensaciones, al tiempo que sitúan a
esta pintura en un ámbito entre lo figurativo y lo abstracto. Toda la obra de
O´Keeffe se sitúa en ese mismo terreno. Ella misma expresó muy bien esta combinación: "Estoy sorprendida de
cómo hay tanta gente que separa figuración de abstracción. La pintura
figurativa no es buena mientras no lo sea en un sentido abstracto. Una colina o
un árbol no crean por sí mismos un buen cuadro, tan sólo porque se pueda ver
una colina o un árbol. Todo depende de la interrelación de líneas y colores,
con ella se crea expresión. Para mí esto es justamente la base de la pintura.
La forma abstracta es, a menudo, la forma más clara para lo indeterminado en
mí, que sólo puedo explicar a través de la pintura"
Artículo basado en textos e
ilustraciones de la pág. web del museo Thyssen.
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