lunes, 23 de febrero de 2015

Georgia O Keeffe - Nueva York con luna
         Georgia O'Keeffe  es una pintora estadounidense nacida en  en 1887  y fallecida en   1986, que  perteneció  a la Escuela Preciosista americana. Sus obras más conocidas son las grandes pinturas de flores ampliadas a una escala gigante, y las  vistas de las calles de Nueva York.

  
         Analicemos una de sus obras “Nueva York con luna”, pintada en 1925.



         Uno de los encantos de este cuadro es el juego que hace su autora entre las luces artificiales y la luz natural de la luna. Hay un recorrido visual en esta obra que lleva a los ojos del espectador desde el semáforo en rojo a la luz de la farola y de ésta a la luz plateada de la luna. Este recorrido en vertical oblicua y quebrada está acompañado, por no decir guiado, por las aristas de los rascacielos, también oblicuas, que conducen la vista hacia las alturas. Por así decirlo, la "estrella" del cuadro es la luna, pues a ella conducen "todas las miradas". Por otra parte, el planteamiento espacial del cuadro es muy claro: un espacio cercano, delimitado por los edificios, que abriga al espectador, y un espacio lejano, que es el cielo con una luna que está como acostada en las mullidas nubes.

         Al efecto de profundidad más o menos vertical que se produce, contribuye el hecho de que los colores cálidos están en la parte inferior (el semáforo rojo y la incierta luz crepuscular) y el más frío, el azul, en la parte superior, la más lejana. Entre unos y otro se sitúan los marrones y ocres oscuros, casi hasta llegar al negro en algunos bordes de los edificios. Estos rompen el espacio entre los dos términos antes aludidos, acentuando así aún más la distancia entre ambos.
         La dirección de la mirada  va de abajo hacia arriba. Pero se puede comprobar a simple vista que no se trata de un dibujo que sigue las leyes de la perspectiva. En efecto, la lógica de la perspectiva nos haría considerar que la línea recta que cierra la composición en el ángulo superior izquierdo del cuadro representa no una arista vertical de la esquina de un edificio, sino el borde horizontal de su cornisa, que sería paralela a la cornisa más corta del edificio central. Pero la consonancia de ésta con las otras líneas verticales, las que terminan en la curva que representa el saliente de la cornisa, nos hace ver que no es una horizontal, sino una vertical.


Para aclararlo se ha realizado una figura en la que se ve cómo las verticales de los distintos edificios no concurren en un mismo punto de fuga, como sucedería si se atendiese a las leyes de la perspectiva, ya que todas las verticales son paralelas entre sí. 



         El problema en este cuadro es que no hay dos horizontales paralelas entre sí que nos permitan localizar su punto de fuga común, por lo que no podemos averiguar dónde está la línea del horizonte. Ni falta que hace, pues es evidente que O´Keeffe ha jugado con la idea de la perspectiva y su lenguaje para dar credibilidad a su paisaje urbano, pero lo ha realizado haciendo primar las necesidades de la composición sobre las leyes de este sistema de representación. Así, ha colocado la vertical del ángulo superior izquierdo y ha forzado lo que sería su posición lógica según las leyes de la perspectiva. La manera en que cierra la composición por ese lado contribuye a la sensación, al sentimiento que la artista quiere transmitir con esta pintura.

         En sus cuadros encontramos ante todo el reflejo de sus sentimientos, de su mundo interior y no una trasposición de la realidad visual en que el cuadro se inspira. En consonancia con esto O´Keeffe dijo: "No se puede pintar Nueva York como es, sino más bien como uno la siente”.
         De ahí que en este cuadro los edificios abandonen su posición natural para "abrigar" al espectador por un lado y por el otro para "abrazar" a la luna.
         No por ello ha dejado la artista de utilizar, aunque de una manera heterodoxa, la perspectiva lineal para configurar el espacio urbano, y la perspectiva del color para conseguir la profundidad que su visión personal del tema requería.
         A pesar de la indudable calidez que lo mullido del cielo y el "abrigo" y el "abrazo" que los edificios proporcionan a esta pintura, O´Keeffe transmite en esta obra una sensación de soledad que todo paisaje sin gente produce, más aún si se trata de un paisaje urbano. También transmite una sensación de frío, no sólo porque suele ir asociada con la sensación de soledad, sino porque las luces del semáforo y de la farola parece que estuvieran congeladas, lo que viene acentuado por la hora que el cuadro representa. Por último, la sensación de abrigo que los edificios pueden provocar en el espectador, le pueden producir al mismo tiempo una cierta sensación de "encierro" u "opresión".

 
La simplificación de los edificios, convertidos en cajas cerradas, subraya esas sensaciones, al tiempo que sitúan a esta pintura en un ámbito entre lo figurativo y lo abstracto. Toda la obra de O´Keeffe se sitúa en ese mismo terreno.  Ella misma expresó muy bien esta combinación: "Estoy sorprendida de cómo hay tanta gente que separa figuración de abstracción. La pintura figurativa no es buena mientras no lo sea en un sentido abstracto. Una colina o un árbol no crean por sí mismos un buen cuadro, tan sólo porque se pueda ver una colina o un árbol. Todo depende de la interrelación de líneas y colores, con ella se crea expresión. Para mí esto es justamente la base de la pintura. La forma abstracta es, a menudo, la forma más clara para lo indeterminado en mí, que sólo puedo explicar a través de la pintura"
Artículo basado en textos e ilustraciones de la pág. web del museo Thyssen. 

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