PINTURA DE
ESPACIOS
Articulo basado en el capítulo de igual nombre del libro LA PINTURA HOY
de Tony Godfrey. Ed.Phaidon.
Un
cuadro es un objeto plano que insinúa la existencia de un plano posterior,
semejante al que queda al otro lado de una ventana. Si se contempla con
detenimiento puede vivificar el espacio que nos separa de él, como ocurre con
las formas flotantes que surgen de las abstracciones de Rothko.
Ello
puede inducirnos a creer que existe un espacio equivalente en nuestras mentes.
Tenemos pues tres lugares para que el espacio se expanda o se modifique: el
cuadro, nuestra mente y la distancia que nos separa del cuadro.
El
siglo XX nos proporcionó maneras radicales de experimentar el espacio, basta
con pensar en cómo nos inclinamos para doblar una esquina con una moto o como
avanzamos por una autopista a 120 km/h escuchando música; o con evocar la
panorámica, a través de las ventanillas de un avión, de una gran ciudad de
noche. Tales experiencias han ahondado en nuestra comprensión del espacio, o
más aun, la han modificado. El nuevo espacio virtual de los efectos especiales,
los juegos de ordenador, plantea cambios muchos más radicales aún, que desembocarán,
conforme a una creencia extendida, en una transformación real de la naturaleza
misma de nuestra conciencia y nuestra identidad.
¿Es
la pintura el medio indicado para explorar y analizar estas nuevas experiencias
espaciales? ¿Sigue siendo útil para investigar esos espacios por que suele
moverse nuestro cuerpo: paisajes e interiores?
La
obsesión de la pintura formalista por alcanzar la máxima lisura ha ido en
contra de la experiencia del espacio en la expresión pictórica. Con el deseo de
recuperar la vivencia espacial una artista como Bridget Riley ha recurrido a tonos vibrantes para dinamizar el
espacio que separa al espectador del lienzo.
Los
colores parecen salir del cuadro en dirección al observador. Para ella el
espacio no solo se representa, sino que está dotado de vida propia.
En
años recientes muchos artistas han pintado cuadros que generan espacios
dinámicos, complejos y teatrales, entre ellos David Reed y Lydia Dona.
David Reed
Lydia Dona
Objetos e imágenes flotan en el
lienzo como si se hallaran en un vacío espacial, atravesado por vectores que
parecen dotar al espacio de más de tres dimensiones.
Las
obras de Fabian Marcaccio, cargadas
de pintura, silicona y otros materiales, pueden adquirir unas dimensiones
enormes, llenar estancias enteras. Estos cuadros han alcanzado tal magnitud y
se alejan tanto de las pinturas tradicionales que el artista los ha bautizado
como paintants (pintando) queriendo
realzar su esencia de actos en curso.
En ocasiones son telas gigantes que se desplazan de sala en sala y otras
veces son huecos como tubos, lo que permite asomarse a su interior.
En otros casos es preciso dar un
largo paseo para completarlo entero. “Mi idea era crear una realidad pictórica
equivalente a la experiencia de caminar y ver”
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