domingo, 2 de abril de 2023

Un espacio de Mathias Weischer.

 Un espacio de Mathias Weischer

        Matthias Weischer nació en 1973 en Rheine, Alemania. Es un pintor que vive en Leipizig. Weischer forma parte de la llamada Escuela de Leipzig.

    Las obras de Weischer oscilan entre pintura abstracta y figurativa, con un fuerte componente surrealista. La mayoría de sus cuadros muestran interiores  y espacios exteriores sin ninguna persona. Son lugares desiertos y con apariencia de desiertos.

        Veamos su obra St. Ludgerus, realizada en el 2004.


        Esta es una obra con elementos muy rebuscados y que desprende bastante misterio. En un primer vistazo parece una sala de estar de una casa de una familia occidental de clase media. Pero cuando se empieza a mirar con detenimiento empiezan a surgir incoherencias, incoherencias que no permiten considerar este espacio como racional.
        En principio los muebles están pintados con una perspectiva tradicional: los sofás, la alfombra y el cuadro de una iglesia en la pared. Pero... la ventana está tapada con manchas brochazos de pintura. Hay una retícula sobre la alfombra y debajo de la mesa. Hay una escisión de arriba a abajo en el centro del cuadro, como si el cuadro estuviera formado por dos lienzos. Se ven trozos de lienzo sin cubrir de pintura, trozos sin terminar, como en las flores de encima de la mesa, como en el espacio en blanco entre el sofá y la lámpara. Manchas de pintura hay por varias partes, manchas que parecen descuidos o partes inacabadas. La lámpara no está modelada, una de las patas de la mesa tampoco lo está. 
    Vemos una habitación amueblada, pero también la vemos extraña, misteriosa, con cierto desasosiego, aún sin observar detenidamente podemos percibir, consciente o inconscientemente, que hay cosas que no pegan, que no están como deberían estar. La luz es muy inquietante: la pared encima de la ventana tiene mucha claridad; la que está en la otra pared está mucho más oscura; el florero no proyecta sombra y la sombra de la mesa tiene su origen en una luz que sólo parece iluminar a ella.
        La habitación está silenciosa, vacía, pero llena de anécdotas, como esas zapatillas que se dejó alguien que estuvo sentado en el sofá de debajo de la ventana.
        Y lo que nos hace recorrer visualmente el cuadro es la búsqueda de esas anécdotas, de esas incongruencias  para desentrañar y arrinconar el misterio de este cuadro.



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