EL GRAN ESTUDIO. NACHO MARTÍN.
Esta habitación es un mundo aparte, es un mundo que él ha creado. La luz que hay en la parte derecha del cuadro según se ve, no es una luz que entra, es una luz que se marcha, al igual que parece que también se marcha uno de los hombres que están allí, y deja que los objetos que hay en la habitación, en el estudio, muestren su luz y podamos apreciarlos. Hay muchos objetos aquí, pero mi vista no se detiene especialmente en ninguno. La vista va de un lugar a otro atraída por ese objeto, pero casi al instante la atrae otro que está más atrás, o delante, o a un lado. Hay objetos que destacan y atraen la vista por su extrañeza, porque no parecen propios o adecuados para el estudio de un pintor.
En la esquina inferior izquierda hay todo un mundo de imaginación y fantasía, con un pingüino subido en unos peldaños, una bota roja al revés, una especie de oso hormiguero, una especie de muñeco con brazos rígidos y una navaja en la mano y ese ser extraño con largas antenas que parece el revisor de todo este conjunto, un conjunto surrealista, con partes muy oscuras y luces que surgen de aquí y de allá, luces que iluminan y no proyectan sombras, luces que el pintor hace surgir clareando y acentuando el color, pero los colores que acentúa son colores cálidos.
Y más a la derecha nos seguimos encontrando objetos extravagantes, como ese payaso con colores apagados, con cuadros vistos desde la parte de atrás, con bordes y manchas blancas que crean volúmenes.
Y allá al fondo se ven unos lienzos con borrosas figuras, y esa borrosidad, esa indefinición crean un espacio delante de ellos que hacen que nuestra vista los coloque allá atrás.
Hay una luz a la derecha y otra luz a la izquierda, una luz en la parte baja central y una luz arriba, en el centro, en el techo. Es una luz grisácea, es como una especie de neblina que parece querer extenderse, pero hay una cálida luz en la la parte de abajo que sale del reverso de los cuadros, del estante de la izquierda, y del reflejo de la luz de la pared derecha.
En este cuadro hay luces y sombras, luces cálidas y luces frías, espacios imaginativos y espacios reales. Pero todo lo crea la luz. Una luz que todo lo envuelve y que todo lo rodea, una luz que mira asombrado ese ser que ha aparecido a la izquierda y que da más magia al cuadro.
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