GIOTTO - Lamentación sobre Cristo muerto. Capilla Scroveni.
Los frescos de la capilla Scroveni, construida entre 1303 y 1305, supusieron una revolución en el mundo del arte. Su influencia fue enorme en el mundo artístico de la Italia de entonces.
Para Giotto, la Capilla Scrovegni pasa a la historia como su mayor triunfo. Parte de su éxito se debe, sin duda, a que contó con una gran financiación para llevar a cabo algo como el uso extravagante del color azul, que proyecta una atmósfera mística sobre todo el espacio.
La iconografía de los frescos tiene su origen en el Nuevo Testamento y en tradiciones apócrifas procedentes de La leyenda dorada, acerca de la Virgen María y de sus padres. A su vez, el origen último de estas tradiciones se remonta al evangelio apócrifo conocido como Protoevangelio de Santiago.
Las innovaciones de Giotto se aprecian en los rostros de cada personaje, y especialmente en los ojos como en la escena de Cristo muerto o en la Natividad. Igualmente son novedosos los colores intensos y vibrantes con variaciones en la tonalidad del color que dan volumen a las figuras; los personajes realistas y las emociones que trasmiten. También son innovaciones situar la acción en un paisaje más o menos realista, así como la iniciación de la perspectiva en los edificios. Todo esto hizo cambiar el estilo estático y formal de la Edad Media, dando paso a una nueva era.
Viendo Lamentación sobre Cristo muerto, no pueden dejarse de ver las caritas desgarradas de los ángeles que sobrevuelan la trágica escena. Se quitan el cabello del rostro, se aprietan las mejillas en angustia, se cubren los ojos con las telas de sus túnicas, vuelven la cara a las alturas con la expresión desfigurada en una súplica, que no parece encontrar oídos que la atienda. María parece solidificarse en la congoja del dolor de la madre que sostiene el cadáver de su hijo en brazos.
Lo que ha ocurrido es una tragedia, un caos. Y ese caos se manifiesta en la composición. De la cara de Cristo y de la Virgen surge una línea de una roca que llega al borde del cuadro, donde hay un árbol que ha nacido en la roca. Algunos de los angelitos están agrupados en la misma línea que la roca; otros están siguiendo una línea paralela a la del cuerpo de Cristo, y hay líneas que unen otras cabezas y todas ellas forman un caos que es imposible seguir. Es el caos de la muerte de Cristo, y Giotto nos lo trasmite con medios pictóricos, con medios plásticos, como siempre han hecho los grandes artistas.
Aquí están señaladas algunas de las diagonales que he mencionado anteriormente. Practicamente no queda ningún personaje que esté suelto, que no tenga conexion con uno o varios del resto de personajes. Estas múltiples conexiones no tienen ningún centro y hacen que nuestra vista vaya de unos personajes a otros buscando un lugar donde descansar. Pero no lo hay, nuestra vista va recorriendo el fresco de una forma caótica, siguiendo el caos originado por la muerte de Cristo.
Lo importante de esta pintura de Giotto es que el consigue un caos ordenado gracias a la composición plástica. Ningún personaje sobra, y parece que ninguno falta. Si siguieramos profundizando en la composición posiblemente no habría ni un solo elemento que quedase suelto sin conexión con los demás.
¿Se puede conseguir una sensación de caos comparable a la que consigue Giotto en este fresco? Posiblemente sí, pero eso está reservado a los genios de la pintura, y genios de la pintura hay, y ha habido, pocos.
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