PIERRE SOULAGES
Pierre
Soulages está incluido en lo que se llama el informalismo. Este es un movimiento pictórico que abarca todas las tendencias abstractas y gestuales que se desarrollaron en Francia y el resto de Europa después de la Segunda Guerra Mundial,
en paralelo con el expresionismo abstracto estadounidense.
Dentro de él se distinguen diferentes corrientes, como la abstracción lírica,
la pintura matérica,
la Nueva escuela de París,
el tachismo,
el espacialismo o el art brut. La separación entre una corriente y otra
no está clara en muchísimos casos, y muchos de los pintores se mueven en áreas
que no están bien definidas. Este es el caso del autor que nos ocupa, el cual
se mueve entre la abstracción lírica y el tachismo.
Analicemos
algo de su obra, sobre todo sus pinturas negras.
Uno puede
ser completamente feliz con la contemplación sin necesidad de que esta sea
analítica. Cuando el transmisor y el receptor no se interfieren, cuando no
intentan imponer una posición definitoria todo se vuelve sencillo, nuestra
reacción emotiva no es solo visual, es global. Interviene el cuerpo y la mente
con su complicada estructura. La lectura que nos ofrece Soulages es simple,
esquemática y sencilla. Es contemplativa, no tiene necesidad de contarnos
ninguna historia ni posicionarse ante ningún principio vital. Solo una pequeña
ayuda con textura, eso le basta.
Soulages
también es conocido como «el pintor del negro» debido a su interés en el color
(«Al mismo tiempo es un color y un
no-color. Cuando la luz se refleja en el negro, lo transforma y transmuta. Abre
un campo mental propio»). Ve en la luz una materia con la que trabajar;
estriando la superficie negra de sus cuadros le permite hacer que la luz se
refleje, permitiendo que salga el negro de la oscuridad hacia la luz,
convirtiéndose entonces en un color luminoso.
Hay una afinidad patente en su obra con los últimos
cuadros de Rothko en su capilla de Houston, Texas. No por la utilización del
color oscuro, sino por ese desesperado intento de cegarse por la luz, de
traspasar el negro, la oscuridad, pasar al otro lado, atravesar el muro.
Un día, pintando, el negro
había invadido toda la superficie de la tela. En este extremo vi, en cierto
modo, la negación del negro. Las diferentes texturas reflejaban tenuemente la
luz y de la oscuridad emanaba una claridad, una luz pictórica de cuyo particular
poder emocional se originaba mi deseo de pintar. Me gusta que ese color
violento incite a la interiorización. Mi instrumento ya no es el negro sino esa
luz secreta surgida del negro. Aún más intensa en sus efectos al ser emanada de
la más grande ausencia de luz. Decidí seguir este camino. Donde siempre
descubro nuevos horizontes.
Amo la autoridad del negro,
su severidad, su evidencia, su radicalidad. Su poderosa fuerza de contraste le
aporta a todos los colores una presencia intensa y, al iluminar los más oscuros, les confiere una
grandeza sombría. El negro tiene posibilidades insospechadas y yo, atento a lo
que ignoro, voy a su encuentro.
Pierre Soulange
El protagonista de sus cuadros es el negro, pero a la
vez también lo son las sombras y brillos que este color y las texturas y
rugosidades en el lienzo, dan en cada
punto de vista y perspectiva de lectura del espectador… uno no mira a la nada, al final la psicología
del color indica que el negro nos remita al misterio, al silencio, al infinito
y a un fuerza pacífica etérea.
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