DELAUNAY Y EL ORFISMO
Seurat creía que un pintor podía usar
el color para crear armonía y emoción en el arte de la misma forma que los
músicos usan variaciones del sonido y el tiempo para crear armonía en la
música.
Él pensaba que el conocimiento de la
percepción y de las leyes ópticas podría ser utilizado para crear un nuevo
lenguaje artístico y comenzó a
mostrar esta lengua usando líneas, y esquema e intensidad del color.
Las teorías de Seurat pueden ser
resumidas de esta forma: La emoción de la alegría puede ser alcanzada por la
dominación de tonalidades luminosas, por el predominio de colores cálidos, y
por el uso de las líneas dirigidas hacia arriba. La calma se alcanza a través de
un uso equilibrado de la luz y la oscuridad, por el balance entre colores fríos
y cálidos, y por líneas horizontales. La tristeza se alcanza utilizando colores
oscuros y fríos y líneas que señalan hacia abajo.
Toda esta
teoría se convierte en el punto de partida en la obra de Delaunay, el máximo representante del orfismo. Seurat sólo había pintado
obras realistas y en sus teorías no hay ninguna referencia a la abstracción.
Las obras de Delaunay permanecen fieles a los principios de la armonía de
Seurat, pero sobrepasando la figuración
y llegando a ser totalmente abstractas.
El color
adquiere el papel predominante en la obra de Robert Delaunay. A partir de 1912
pinta series de discos divididos en anillos concéntricos y luego subdivididos,
con un color diferente en cada una de las partes.
La organización de los colores sigue un
patrón teórico. Delaunay aplicó un principio de contrastes cromáticos
simultáneos basado en el círculo cromático creado por el químico Eugène
Chevreul en 1839 en el que organizó la paleta cromática en contrastes
complementarios: el rojo se asocia con el verde y el azul con el naranja.
Chevreul diferenciaba los colores cálidos de los fríos, así como las armonías
producidas por los tonos similares de los contrastes originados por los valores
cromáticos alejados.
Delaunay
se dio cuenta de que la intensidad de dos colores cercanos podía aumentar si
estos se percibían de forma simultánea.
El había
impulsado el proceso de abstracción en sus imágenes hasta lograr desvincularse
completamente de las asociaciones figurativas y no podía seguir recurriendo a ninguna pauta extraída
de la naturaleza para ordenar los colores en su obra. Así tuvo que hacer frente
al desafío de cómo organizar los colores en el lienzo si no deseaba hacerlo de
forma arbitraria. Las teorías del color de Chevreuil salvaron a Delaunay de
este dilema ya que eximieron a sus composiciones cromáticas del peso de la pura
arbitrariedad, cosa que era muy importante para el artista, proporcionando a la
vez un sistema para su organización compositiva.
Inscritos en formas geométricas, como las
notas en las pautas de una partitura musical, los colores crean un movimiento
dinámico, se desenvuelven en el tiempo: todo el plano circular se encuentra en
rotación debido a los contrastes y a las analogías de los colores; los anillos
giran y de la superficie del cuadro se desprende un melodía que sobrepasa los
límites geométricamente establecidos de los segmentos. No se trata solo de
acordes visuales de colores, sino también de un ritmo que se lleva a cabo en la
dimensión del tiempo. Es a partir de esta noción del tiempo, de la
simultaneidad, que Delaunay y su esposa Sonia, realizaron una obra rica en
implicaciones musicales.
Primer
disco 1912 - 13
En
toda su obra de círculos concéntricos, estos se subdividen en sectores que
corresponden a diferentes armonías de color y que logran crear un dinamismo
rotativo. Los acordes visuales del color se subordinan a un ritmo análogo al
musical.
Se
descubre en sus cuadros los movimientos circulares que pasó a convertir ahora
en la estructura básica de sus pinturas, asumiendo gradualmente un papel
predominante. En estas pinturas parecía que la estructura se estuviese
generando a sí misma.
“Los
ritmos sin fin” que Delaunay pintó hacia el final de su vida revelan claramente
la inspiración musical de su creación: basándose en los mismos elementos
plásticos que en sus primeras obras, segmentos de círculos y anillos, dio fin a
una obra abstracta o no objetiva, que canta una alegría nueva, un optimismo
reconfortante y una magnífica confianza en el espíritu humano.
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