jueves, 23 de enero de 2014

DELAUNAY Y EL ORFISMO

Seurat creía que un pintor podía usar el color para crear armonía y emoción en el arte de la misma forma que los músicos usan variaciones del sonido y el tiempo para crear armonía en la música.
Él pensaba que el conocimiento de la percepción y de las leyes ópticas podría ser utilizado para crear un nuevo lenguaje artístico y comenzó a mostrar esta lengua usando líneas, y esquema e intensidad del color.
Las teorías de Seurat pueden ser resumidas de esta forma: La emoción de la alegría puede ser alcanzada por la dominación de tonalidades luminosas, por el predominio de colores cálidos, y por el uso de las líneas dirigidas hacia arriba. La calma se alcanza a través de un uso equilibrado de la luz y la oscuridad, por el balance entre colores fríos y cálidos, y por líneas horizontales. La tristeza se alcanza utilizando colores oscuros y fríos y líneas que señalan hacia abajo.
Toda esta teoría se convierte en el punto de partida en la obra de Delaunay, el máximo representante del orfismo. Seurat sólo había pintado obras realistas y en sus teorías no hay ninguna referencia a la abstracción. Las obras de Delaunay permanecen fieles a los principios de la armonía de Seurat,  pero sobrepasando la figuración y llegando a ser totalmente abstractas.
El color adquiere el papel predominante en la obra de Robert Delaunay. A partir de 1912 pinta series de discos divididos en anillos concéntricos y luego subdivididos, con un color diferente en cada una de las partes.

La organización de los colores sigue un patrón teórico. Delaunay aplicó un principio de contrastes cromáticos simultáneos basado en el círculo cromático creado por el químico Eugène Chevreul en 1839 en el que organizó la paleta cromática en contrastes complementarios: el rojo se asocia con el verde y el azul con el naranja. Chevreul diferenciaba los colores cálidos de los fríos, así como las armonías producidas por los tonos similares de los contrastes originados por los valores cromáticos alejados.
Delaunay se dio cuenta de que la intensidad de dos colores cercanos podía aumentar si estos se percibían de forma simultánea.
El había impulsado el proceso de abstracción en sus imágenes hasta lograr desvincularse completamente de las asociaciones figurativas y no podía  seguir recurriendo a ninguna pauta extraída de la naturaleza para ordenar los colores en su obra. Así tuvo que hacer frente al desafío de cómo organizar los colores en el lienzo si no deseaba hacerlo de forma arbitraria. Las teorías del color de Chevreuil salvaron a Delaunay de este dilema ya que eximieron a sus composiciones cromáticas del peso de la pura arbitrariedad, cosa que era muy importante para el artista, proporcionando a la vez un sistema para su organización compositiva.
 Inscritos en formas geométricas, como las notas en las pautas de una partitura musical, los colores crean un movimiento dinámico, se desenvuelven en el tiempo: todo el plano circular se encuentra en rotación debido a los contrastes y a las analogías de los colores; los anillos giran y de la superficie del cuadro se desprende un melodía que sobrepasa los límites geométricamente establecidos de los segmentos. No se trata solo de acordes visuales de colores, sino también de un ritmo que se lleva a cabo en la dimensión del tiempo. Es a partir de esta noción del tiempo, de la simultaneidad, que Delaunay y su esposa Sonia, realizaron una obra rica en implicaciones musicales.

Primer disco 1912 - 13

   
        En toda su obra de círculos concéntricos, estos se subdividen en sectores que corresponden a diferentes armonías de color y que logran crear un dinamismo rotativo. Los acordes visuales del color se subordinan a un ritmo análogo al musical.


        Se descubre en sus cuadros los movimientos circulares que pasó a convertir ahora en la estructura básica de sus pinturas, asumiendo gradualmente un papel predominante. En estas pinturas parecía que la estructura se estuviese generando a sí misma.      



        “Los ritmos sin fin” que Delaunay pintó hacia el final de su vida revelan claramente la inspiración musical de su creación: basándose en los mismos elementos plásticos que en sus primeras obras, segmentos de círculos y anillos, dio fin a una obra abstracta o no objetiva, que canta una alegría nueva, un optimismo reconfortante y una magnífica confianza en el espíritu humano.

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