jueves, 30 de enero de 2014

MODIGLIANI
RETRATO DE JEANNE HÉBURTE


Entre 1918 – 19, Amadeo Modigliani pinta el retrato de Jeanne Héburte  con la blusa blanca. Este cuadro  es aparentemente muy simple: Una mujer vestida sencillamente, sin adornos y sin un fondo llamativo ¿En dónde reside el encanto plástico de este retrato?
        En este retrato hay una serie de curvas que se mueven entre sí, enfrentadas  dinámicamente las unas a las otras.


La línea de la enagua blanco continúa por los hombros y baja por la derecha del cuadro siguiendo el borde de la tela.



En contraposición a esa línea tranquila, pero no estática, hay  una línea serpenteante y muy dinámica que culmina en la inclinación del cuello,  y  la posición del dedo flexionado hacia atrás de la mano izquierda, que presiona con aire interrogatorio la mejilla.


Pero estas no son las únicas líneas que hay  en el cuadro. La línea azul  de los hombros y de la mano se corresponde con la línea curva del borde inferior de la tela. La línea verde del borde derecho la cara continúa entre la separación de la blusa y la tela en la que está apoyada. La línea gris del borde izquierdo de la cara puede continuar por el brazo o girar hacia abajo siguiendo la línea verde.


Toda esta serie de líneas pasa por el cuello y por la mano, que se convierten en el centro de atención del cuadro y que enseguida remite al espectador a explorarle visualmente en todas direcciones. El cuadro resulta ser muy dinámico plásticamente, y todo gracias a la distribución de las líneas, pero es dinámico de forma ordenada, la vista no se pierde sin saber a dónde ir.

Respecto a su cromatismo, la obra emplea unas sutiles tonalidades que derivan de la oposición complementaria del azul y del naranja; del blanco y del negro.

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